Cuando Julio se ha levantado hoy, su teléfono le ha recordado que en su agenda tiene dos tareas que no puede dejar pasar. Acudir a una reunión de trabajo a primera hora y localizar un disfraz para que su hijo lo lleve el día de las profesiones que organizan en el colegio.
Además, dentro de poco se cumplirán 20 años del día en que su pareja y él se conocieron. Afortunadamente, tiene un ‘asistente personal’ que se encargará de que lo celebren a lo grande y les dará todo hecho.
Su teléfono sabe que ese día especial se acerca y conoce los gustos tanto de Julio como de su cónyuge. Así que organiza un viaje a una de sus ciudades favoritas. Reserva habitación en el hotel donde se alojaron la primera vez que visitaron la ciudad, localiza un pequeño restaurante para cenar y, por supuesto, busca los vuelos más adecuados para viajar allí el próximo fin de semana.
Con todo listo, presenta el plan a Julio que, sin dudarlo, da su aprobación. Y sin que haya tenido que hacer nada.
Conocen nuestras intenciones
Tanto el nombre del protagonista como su historia es ficticia. Nuestros teléfonos todavía no son capaces de tomar este tipo de decisiones solos, aunque podrían estar cerca de hacerlo. La consultora PwC estima que esto sucederá en los próximos tres o cinco años. Su artífice: la inteligencia artificial (IA).
“La combinación de IA y 5G favorecerá la aparición de una nueva generación de dispositivos que redefinirá la palabra ‘inteligente’ en dos aspectos clave. Por un lado, las interfaces de usuario se basarán cada vez más en la voz e, incluso, desaparecerá el tacto. Y en segundo lugar, satisfarán las necesidades de los usuarios anticipándose a sus intenciones”, explican los autores del estudio ‘The smarter phone’.
Tendremos en nuestras manos teléfonos más proactivos. A los que no haya que decirles en cada momento qué tienen que hacer. A día de hoy, Julio puede preparar su viaje utilizando varias aplicaciones, pero en el nuevo escenario que se plantea ni siquiera las necesitará. Como tampoco precisará de una interfaz para interactuar con su teléfono.
Llega la interfaz invisible
Cuando hace casi dos décadas los smartphones se instalaron en nuestra vidas, las teclas eran la herramienta que teníamos para acceder a sus menús, marcar un número de teléfono o enviar un SMS. Más tarde llegaron las pantallas táctiles, más intuitivas, pero a las que costó acostumbrase. Sobre todo porque la tecnología que incorporaban no siempre respondía de forma óptima a las órdenes que le daban los dedos.
Ahora es la voz la que manda. ¿Quién no le ha pedido a Google que le solucione una duda pulsando el icono del micrófono? ¿O ha mandado un mensaje por WhatsApp sin tener que teclearlo? El siguiente paso será hacia un entorno en el que la mejor interfaz será sin ella.
Cuando esto ocurra, la acción requerida por el usuario se desencadenará automáticamente mediante una conversación, un gesto o una interfaz de inteligencia artificial.
Esa interfaz se encargará de interpretar los comportamientos y hábitos cotidianos de las personas, como ya hace el Huawei P20 Pro cuando nos disponemos a hacer una fotografía. Nos liberará, cada vez más, de muchas de nuestras tareas cotidianas. Y, además, quitará a los usuarios otro problema de encima: seleccionar la mejor aplicación para lo que quiere hacer.
Adiós a las aplicaciones inútiles
Hoy en día, cuando se quiere ejecutar alguna tarea desde el smartphone, hay que descargarse una aplicación adecuada y utilizarla hasta que, llegado el caso, aparece otra mejor. El uso de la inteligencia artificial se anticipará al usuario, que no precisará ni seleccionar ni descargar ni instalarse esa app.
“Desde su origen, el teléfono inteligente ofrece una forma relativamente tonta de inteligencia. Proporciona inteligencia asistida (no automatizada) y responde a solicitudes específicas, en lugar de anticipar necesidades más amplias y cumplirlas a través de la automatización inteligente”, sostienen desde PwC. “Para que el teléfono inteligente sea verdaderamente inteligente, tendremos que hacer un mayor uso de la inteligencia artificial”.
Su incorporación será esencial para que los dispositivos actúen de manera autónoma. Gracias a ella, también conocerán al dedillo los hábitos y gustos de usuarios. Por eso, el smartphone de Julio sabrá, llegado el momento, que un fin de semana no es suficiente para celebrar ese aniversario tan especial.
Consultará su agenda y verá que, afortunadamente, esa semana no tiene prevista ninguna reunión en el trabajo. Así que podrá alargar la celebración y solicitar un par de días de vacaciones a su jefe para alargar su escapada. La inteligencia asistida se convertirá en asistencia automatizada. Quizás podríamos estar más de cerca de comprobarlo de lo que creemos.