Una vez más, los Reyes Magos han dejado sus regalos durante la madrugada del 6 de enero. Cada año, los juguetes son un detector de los avances tecnológicos que se van sucediendo durante los últimos meses. De todas las tendencias de 2018, la IA es una de las más persistentes y robustas, capaz de influir en los deseos de los más pequeños a la hora de escribir la carta a los Reyes. Si sus padres ya disfrutan de sus posibilidades en la última hornada de teléfonos Huawei (Huawei P20 Pro o Huawei Mate20 Pro, por ejemplo), por qué no van a hacerlo ellos con los dispositivos que tengan a su alcance.
LA IA que centra este artículo está más cerca de la faceta educacional que de la lúdica en muchos casos. Compañías como BQ o LEGO, por poner algunos ejemplos, cuentan con kits para construir, programar, o ambas cosas a la vez, robots más o menos complejos. La introducción de asignaturas de programación en la escuela desde edades tempranas combina juego y aprendizaje por igual.
En otros casos, tenemos juguetes esencialmente lúdicos que integran “inteligencia artificial” como atractivo principal para potenciar la variante lúdica de los juguetes. Un ejemplo notable es el de Hot Wheels AI, que usa la inteligencia artificial para activar un coche contra el que competir cuando no tenemos a ningún contrincante de carne y hueso para echar alguna que otra carrera.
La IA como juguete
Dejando de lado el «hype» alrededor de la IA, encontramos que ya se regalaban juguetes con inteligencia artificial en el pasado. Los juegos de ajedrez electrónicos tienen décadas de antigüedad. Incluso hoy en día se siguen regalando este tipo de juguetes, especialmente para que los niños aprendan. Los programas de ajedrez y las apps para tabletas y smartphones tienen mucho más nivel en general, pero tener un tablero y piezas ayuda a afianzar las reglas de este deporte.
En los videojuegos, incluyendo los de hace décadas, también había IA. Básica y girando alrededor de comportamientos fijos basados en algoritmos simples. Ahora, otras IA más complejas empiezan a llegar a los juguetes en el mundo físico más allá del software, añadiendo al hardware este componente «inteligente».
Los juegos de carreras, sin ir más lejos, tienen en el Hot Wheels AI un buen ejemplo, llevando la inteligencia de los juegos de carreras al mundo físico del radiocontrol. Los coches con IA interactúan con la pista de forma autónoma, mientras que el otro coche es pilotado por un jugador humano.
Otra variante lúdica de la IA está en los asistentes de voz. Alexa de Amazon o Google Home de Google son también un buen compañero de juegos. Especialmente Alexa. Con Alexa podemos crear interacciones lúdicas como la de pedir al altavoz que cuente un cuento o un chiste, o cante una canción, o simplemente dialogue con nosotros un rato. También podemos pedirle que lea un libro de la biblioteca de Amazon Kindle. Además, ya hay juegos físicos que usan Alexa como otro jugador más o como intermediario para controlar, sin ir más lejos, un robot como Lynx.
También ya hay en el mercado títulos que usan Alexa para ofrecer consejos, poner música o efectos de sonido o locuciones de voz que acompañan a juegos físicos de tipo «escape room» o de preguntas y respuestas. En España aún no son populares, porque Alexa acaba prácticamente de llegar. Pero son una tendencia fuerte como juguetes que usan la IA para añadir elementos lúdicos.
La era de los robots
Otro tipo de juguete inteligente que encontramos cada vez con más frecuencia en las cartas de los Reyes Magos son los robots. De nuevo, no son realmente una novedad. En su momento, propuestas como el Sony Aibo estuvieron de moda, aunque llegaron antes de tiempo. Ahora el Aiboha vuelto, al mismo tiempo que decenas de robots humanoides o que imitan a nuestras mascotas. Eso sí, Aibo está disponible únicamente en EEUU y Japón, de momento.
La inteligencia que incorpora es más bien «reactiva». Tiene comportamientos programados de antemano que se exhiben de un modo más o menos complejo dependiendo de los estímulos a los que les enfrentemos. Tienen sensores de movimiento o táctiles que reaccionan ante, por ejemplo, caricias.
También pueden reaccionar ante pelotas diseñadas para que estimulen a los robots, o ante comida virtual, como sucede con los Pleo, unos dinosaurios que, además, aprenden de sus dueños y modifican el comportamiento de un modo dinámico, aunque dentro de los límites de una IA básica.
Otros robots que encontramos con más frecuencia son los programables. El Robotron Mini Visual Block Programmable es un ejemplo, programable mediante programación basada en bloques. Dash y Dot son otros robots programables pensados para introducir en este mundo a los más pequeños. De este modo se puede aprender a dotar de comportamientos inteligentes a los dispositivos de hardware de un modo lúdico.
El Robosapiens es otro clásico de los robots lúdicos programables, tanto a nivel de macro como de app y con acciones preprogramadas como la de lucha de Kung Fu.
Además de ser compañeros de juegos, los robots pueden adoptar tareas diversas. Así, no es extraño que haya robots que integren funciones de vigilancia usando los micrófonos y las cámaras como sensores para alertar a los usuarios acerca de posibles intrusiones o incidentes en el hogar.
Son funciones que ya vemos implementadas en algunos dispositivos pensados para adultos, como los robots aspiradores que mapean la casa y limpian allí donde detectan suciedad. Han sido uno de los regalos de Reyes con más eco mediático. Estos robots en algunos casos también hacen las veces de vigilantes, así como instrumentos de juego para mascotas (como evidencia los muchos vídeos virales protagonizados por gatos subidos a un robot aspirador, por ejemplo).
Los kits de montaje
Además de los robots ya montados, existen opciones en las que hay que montar también el robot o el ingenio mecánico que decidamos construir a partir de las piezas disponibles. Es el caso de los kits Lego WeDo para los más pequeños, o Lego MindStorms para los más mayores.
Lego MindStorms Education EV3 es uno de los ejemplos más completos, con todo tipo de sensores y motores para construir objetos tanto prediseñados como otros que queramos inventar. Con este kit se puede construir un robot capaz, incluso, de resolver el cubo de Rubik.
Dentro de este capítulo tenemos también a otros fabricantes como BQ con productos como Zowi, un robot que está pensado para ayudar a enseñar programación a los más pequeños. Reacciona ante estímulos a partir de sus sensores, y se puede programar a través de un lenguaje de bloques llamado Bitbloq. También de BQ es la caja Zum Box, con todo lo necesario para ensamblar componentes motorizados, sensores y procesadores Arduino para crear dispositivos programables mediante Bitbloq.
IA, un juguete muy serio
La IA no solo está calando entre los usuarios de smartphones como los que comercializa Huawei. Elementos tan cotidianos como los juguetes también se están mimetizando con la inteligencia artificial para ofrecer experiencias lúdicas novedosas y naturales.
De momento, muchos de los juguetes siguen necesitando de un smartphone o una tableta para funcionar, aunque la tendencia es la de ir llevando esta IA a los propios juguetes a través de la integración de procesadores paulatinamente más capaces. No es un camino exento de obstáculos, como los problemas de seguridad que hay que afrontar para evitar que los juguetes puedan ser hackeados para lograr el acceso a sensores tales como las cámaras o los micrófonos que incorporan.
Ni siquiera plataformas como Alexa se libran de este tipo de problemas, aunque es más fuerte la IA como tecnología que los problemas concretos que puedan ir surgiendo durante su implementación en dispositivos tales como los smartphones, sensores o los propios juguetes. El año próximo (si nos portamos bien) volveremos a tener regalos en Reyes y a la IA como una de las protagonistas de nuestra carta a sus Majestades de Oriente.
Fotos | iStock, Hot Wheels AI de Hot Wheels, Robot Lynx de Amazon, Sony Aibo de Sony, Dinosaurio Pleo de Pleo, LEGO Track3r de LEGO, Robot Zowi de BQ, Aspirador Roomba de iRobot.